jueves, 15 de noviembre de 2012

5. El final de un capítulo

Los japoneses son simpatiquísimos y en general agradables, aunque en las grandes zonas urbanas más de uno nos haya mirado con ojos despectivos cuando nos veían cocinando con nuestro hornillo. Pero lo que más me maravilla es el respeto con el que se tratan mutuamente. Todavía no me acabo de acostumbrar a que el obrero que corta la carretera por obras nos dé el paso con una reverencia, o el gasolinero, o el tendero, o el vendedor de billetes del metro, o el viandante al que le has preguntado una dirección…es alucinante. Algunos dicen que los japoneses son fríos y no son hospitalarios. Yo diría que son muy reservados, y que como todo país rico, temerosos del forastero. 
La disciplina, educación y respeto se inician desde la infancia...


...se apuntalan en la adolescencia...


...y se mantienen hasta la vejez


Tokyo nos recibe con sus rascacielos...


... sus luces de neon...


...su famoso metro...


... y otra realidad no tan conocida. La sociedad japonesa vive a un ritmo inhumano. Por eso muchos japoneses que no soportan semejante presión se dan a la bebida o al juego. No hay pueblo que no posea un "Pachinko" , inmensas instalaciones con videojuegos y máquinas tragaperras. Es un país donde el qué dirán es muy importante, y por eso hay japoneses que pasan del cielo al infierno en tiempo récord. Empezarán engañando a la familia pretendiendo que trabajan y si no recuperan el trabajo acabarán durmiendo en los parques


Aunque poco a poco cambiará, tradicionalmente ellos trabajan fuera de casa y ellas toman el poder de la casa y de los hijos. Ellas controlarán también las finanzas del hogar, con el beneplácito del hombre, que prefiere no tener acceso a un dinero que de lo contrario podría gastar en una noche de sake y tragaperras


Pero también saben divertirse. Los domingos muchos jóvenes salen a las calles vestidos con extravagantes ropajes similares a películas del futuro. Pero no todos. En un parque de la ciudad, unos irreductibles rockeros se citan cada domingo para hacer lo que más le gusta: bailar


Y nosotros disfrutamos de Tokyo gracias a la generosidad de Richard, un norteamericano que ha alojado a muchos cicloviajeros. Y ya que estamos tan cerca decidimos ir a  las blancas arenas de la bonita isla de Zamami, en la provincia de Okinawa, en el Pacífico (tristemente famosa en la segunda guerra mundial). Estas islas están a tan solo 100 km de Taiwan y culturalmente tienen más relación con Indonesia que con Tokyo. Lo mejor de todo es que estaremos solos, bueno, con tortugas gigantes que visitaremos cada día snorkeleando en las transparentes aguas de sus playas. Es algo hermoso. 


Y por qué nos acercamos hasta aquí? Pues para dar por finalizada nuestra etapa asiática. Es tradición en Cyclotherapy que los puntos y aparte se escriban en las playas.
La etapa de los sueños, de “Ifwecandreamitwecandoit,” ha llegado a su fin.


Es el final de un capítulo

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